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Especialistas afirman que la garantía de ingresos mínimos tiene impacto altamente positivo en la educación. No solo porque combate el hambre y aleja el riesgo del trabajo infantil, sino también porque la mayor seguridad económica eleva el bienestar psicológico de los padres, que pueden así dedicarse todavía más al futuro de sus hijos. Y el futuro es promisorio: el Bolsa Familia aumentó la presencia de los 20% más pobres de la población en el sistema educativo. En 2001, solo el 17,3% de los jóvenes de 16 años de ese grupo tenía educación primaria completa; en 2011, el porcentaje subió a un 42,7%. En la educación secundaria, en la franja etaria entre 15 a 17 años, el salto fue del 13,6% al 35,9%.
Además de aumentar el tiempo de escolaridad, el 20% más pobre también progresó en los estudios. En 2002, en la franja de los 15 años de edad, solo el 32,1% de esos alumnos estaba el año/grado adecuado a su edad. En 2012, el índice saltó a un 53,8%. Gracias al Bolsa Familia, la desigualdad educativa entre clases sociales cayó del 31% al 19,4% en tan solo una década.
¿Lo sabía?
Más de 15 millones de estudiantes beneficiarios del Bolsa Familia tienen su asistencia acompañada todos los meses. El número equivale al 75% del total de alumnos entre 6 y 15 años de toda Europa Occidental.
Vea cómo el estímulo a la asistencia escolar le está abriendo nuevas puertas a la juventud brasileña
• Jóvenes beneficiarios dan ejemplo en la educación secundaria.
• Experto apunta impactos en el aprendizaje de los estudiantes beneficiarios.