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Con el Programa Luz para Todos, las escuelas se multiplicaron, se amplió el número de plazas, se abrieron cursos nocturnos. En las regiones más calurosas, el ventilador y el agua fría cambiaron completamente las cosas. Las clases se volvieron más animadas e interactivas, con el refuerzo de aparatos electrónicos, como televisor, DVD y computadora. Hacer la tarea de casa, por la noche, con luz eléctrica en lugar de velas o candil facilitó el aprendizaje, y los resultados saltan a los ojos, como lo observó el agricultor Antonio José da Silva, ocho hijos y siete nietos, habitante de la comunidad quilombola Sierra de la Guía (estado de Sergipe). “Las notas mejoraron después de que los niños y niñas empezaron a estudiar con la nueva luz”.
Dispensarios médicos fueron construidos en localidades remotas. Otros, ya existentes, ganaron refrigeradores para conservación de vacunas y otros medicamentos.
Con los autoclaves (equipamientos para esterilización de materiales), diversos procedimientos pudieron ser ofrecidos, como exámenes preventivos, retirada de puntos quirúrgicos y nebulizaciones para niños y ancianos.
Los partos, muchas veces realizados sin esterilización adecuada y en la semioscuridad de los candiles, ahora se realizan con mayor comodidad y seguridad – y fue así que, en el Brasil rural de hoy, la expresión "dar a luz" ha ganado un nuevo significado.