Nada disso. O que aconteceu foi exatamente o contrário: o investimento estrangeiro direto subiu de US$ 18,8 bilhões para US$ 64 bilhões. A razão disso é que a solidez fiscal do Brasil criou o alicerce firme para os investimentos público e privado, o crescimento econômico e a geração de empregos, mesmo durante os dois momentos distintos da grave crise internacional que ainda hoje assola grande parte do planeta e que foram enfrentados pelo presidente Lula e pela presidenta Dilma.
La inflación media cayó un 37% entre los gobiernos FHC y Lula, y sigue dentro de la meta con Dilma, que en los tres primeros años de su gobierno, o sea, de 2011 a 2013, mantuvo la inflación media en un 6,07%, nivel similar al 5,8% de los ocho años de gobierno de Lula, y mucho, pero mucho menor que el promedio del gobierno anterior, que fue del 9,2%.
Nuestro País sigue preparado para enfrentar las consecuencias de la crisis y seguir siendo uno de los que mejor resistió a los efectos del segundo mayor desastre económico de la historia. El pueblo brasileño logró soportar el “tsunami” de la crisis como si fuera una “olita” porque en 2008, Brasil tenía US$ 200 mil millones en reservas internacionales (contra US$ 37,8 mil millones de FHC, incapaces de resistir a un vientecito más fuerte). Con Dilma, las reservas sobrepasaron los US$ 378 mil millones en el inicio de 2014. Lula ignoró completamente el recetario neoliberal: pisó en el acelerador en vez de frenar, mantuvo inversiones, preservó conquistas sociales, amplió el crédito, redujo impuestos.
En 2005, el Gobierno Lula tomó la decisión histórica: pagó el restante de la deuda contraída por FHC y libró al país de las exigencias del FMI. Luego, por primera vez en la historia de Brasil, le prestó dinero al FMI. La decisión tomada por Lula no fue solo la de cambiar un acreedor por otro, como dicen los adversarios del gobierno y del pueblo brasileño, pues la deuda neta se redujo a casi la mitad entre 2002 y 2013, cayendo del 60,4% del PIB, en el último gobierno de FHC al 33,8% en 2013.
Al prestarle dinero al FMI y a los países europeos, ¿Lula solo distribuyó dinero de los brasileños a los pueblos más ricos?
Pagar la deuda con el FMI y volverse su acreedor tuvo un importante significado político y fue decisivo para que Brasil reafirmara su soberanía, recuperando la autonomía perdida en la gestión de nuestra economía. Antes de Lula, Brasil no era dueño de sus pasos. Cada tanto, representantes del FMI desembarcaban en Brasil con la temida maletita negra en las manos, para verificar si el país seguía obedeciendo las reglas que ellos imponían. Y darles un tirón de oreja al presidente y a los ministros, si el gobierno estuviera, por ejemplo, gastando mucho dinero con políticas públicas. Eso cambió cuando Lula llegó a la Presidencia. Aprendimos a engrosar la voz con nuestros acreedores - que hoy nos deben dinero - y nos acostumbramos a que nos oigan.
De ninguna manera. Con Lula, Brasil no solo no adhirió al Alca, sino que ayudó a sepultarla de una vez por todas. En la práctica, el Alca ataría al país a los intereses comerciales norteamericanos. Y nada más. Lula decidió fortalecer los intercambios comerciales con el Mercosur, que pasaron de US$ 10,5 mil millones en 2002 a US$ 39,2 mil millones en 2010 y US$ 43,9 mil millones en 2013, sin renunciar al intercambio con los Estados Unidos y la Unión Europea. Estrechó también las relaciones con el continente africano, India y China. Al mismo tiempo que se multiplicaron nuestros aliados comerciales, eso redujo la dependencia de nuestra economía.
Antes que Lula asumiera la presidencia, la oferta de crédito disponible en la era FHC era modesta: solo R$ 380 mil millones en 2002. Parece mucho, pero es casi nada para un país de la magnitud de Brasil. Ya al final de 2013, había nada menos que R$ 2,7 billones circulando en la economía, en forma de préstamos para empresas y familias. Así, Brasil perdió de una vez por todas el miedo de ser grande. A partir de 2004, el país pasó a vivir el inicio de la expansión acelerada del crédito, tanto para las empresas como para las personas físicas. Y la oferta no dejó de crecer.