Con Dilma, la política de transferencia de ingresos iniciada por Lula tuvo dos grandes profundizaciones, para cumplir la meta de erradicación de la extrema pobreza, con la incorporación de acciones de inclusión productiva y acceso a servicios públicos: el Brasil Sin Miseria y el Brasil Cariñoso.
El Brasil Sin Miseria garantiza más recursos para los que más necesitan y fortalece la inclusión productiva.
• En 2011, Dilma lanzó el Plan Brasil Sin Miseria, cuyo objetivo está explícito en su nombre. Con el Brasil Sin Miseria, el Bolsa Familia ganó un refuerzo destinado a los más pobres entre los pobres: cuanto menor el ingreso per capita de la familia, mayor el valor pagado, garantizando a cada miembro la superación del nivel mínimo de R$ 77,00 mensuales. La medida benefició a 22 millones de brasileños que aún vivían en la extrema pobreza. Los beneficios tuvieron un aumento promedio real de un 44%; para los más pobres, el crecimiento fue de un 84%. Además de la transferencia de ingreso, los beneficiarios se aseguraron el acceso a diversas políticas de inclusión productiva. En tan solo una década, con el Bolsa Familia y el Brasil Sin Miseria, la extrema pobreza cayó un 89%. Fue el fin de la miseria desde el punto de vista del ingreso, el paso inicial para una vida con más dignidad.
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