Desarrollo fabricado en Brasil, por el trabajador brasileño
El descubrimiento del Presal – y, con él, el alto grado de nacionalización exigido en los equipamientos encargados por la Petrobras (por lo menos un 60%) – provocó una revolución no solo en la industria petrolífera, sino también en otro sector de punta de la economía: la industria naval.

En 2011, Brasil lanzó al mar el buque Celso Furtado, construido en el astillero Mauá (Rio de Janeiro). Se rompía, así, un largo ciclo durante el cual ninguno de los buques adquiridos por Petrobras había sido producido en Brasil – por el simple hecho de que la industria naval brasileña había sido desguazada a lo largo de los años 90 e inicio de los años 2000. Lula y Dilma apostaron a esa recuperación. Y Brasil venció una vez más.