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En 2013, el Ministerio de Salud aumentó en un 19% los recursos transferidos a los municipios para el mantenimiento del SAMU. El valor saltó de R$ 744 millones anuales a R$ 884,2 millones.
En 2011, el gobierno Dilma tomó la iniciativa de establecer alianzas con estados y municipios para enfrentar las causas de la sobreocupación y lentitud en la atención de urgencias y hospitales de emergencia. A partir de aquel año, empezaron a ser transferidos a cada hospital R$ 3,6 millones para que fueran usados en el costeo (mantenimiento, entrenamiento de profesionales y pago de salarios) y más R$ 3 millones para compra de nuevos equipamientos.
El S.O.S Emergencias tuvo inicio con 12 hospitales, pero a lo largo de 2013 otros 10 pasaron a ser beneficiados. Bastaron dos años para que 2.080 nuevas camas de retaguardia fueran creadas. La previsión del Ministerio de Salud es que, hasta fines de 2014, el número de hospitales que forman parte en el programa llegue a 40.
No era solo un servicio de atención de urgencias lo que le faltaba a Brasil en 2002. Como no había un servicio intermedio entre los cuidados básicos en los dispensarios y las emergencias de los grandes hospitales, éstos sufrían con el hacinamiento y las colas interminables.
Las Unidades de Pronta Atención (UPA) fueron creadas en el gobierno Lula para rellenar esa laguna.
Cada UPA está equipada y formada por profesionales capaces de atender a personas con crisis de hipertensión, fiebre alta, cortes profundos, fracturas, infartos y derrame (ACV). La transferencia a un hospital solo ocurre si las cosas realmente se complican.
Hasta junio de 2014 ya estaban en funcionamiento 355 UPAs, responsables por 94 mil atenciones diarias o 2,8 millones mensuales.